¿Qué está cambiando?
Escucho el
cantar de los pájaros cada vez más temprano. Apenas a las dos o a las tres de
la madrugada y ellos ya están cantando. Me llama la atención. Y en el sueño
interrumpido o a punto de encontrarme con él, el trinar hermoso de las aves
conecta con mis sentidos. A veces, son gorriones; a veces, palomas; a veces,
zorzales.
Recurro a mi
memoria y entre sus archivos encuentro aquellos que me dicen que hará un año en
que ese plácido, pacífico y melodioso cantar se apareció ante mí. Pero era
cuando la noche ya caminaba buscando los albores de la mañana, entre las cinco
y seis de la madrugada.
¿Qué está
pasando?
Comento con mis
amigos el fenómeno y ellos me apuntan que también están percatándose de ese
hecho. No buscamos la razón del físico, del astrónomo, del astrólogo o del
meteorólogo. Pero algo de cada una de ellas pueden alumbrar nuestra pregunta
filosófica y espiritual.
Hace apenas un
año, la lluvia en el sur de Europa se hacía de esperar sin llegar para todos
aquellos que la necesitábamos. La sequía era dueña de nuestros ríos, campos,
huertos y jardines. Han pasado trescientos sesenta y tantos días, y llegó el
manantial del cielo, provocando un otoño invierno tan lluvioso como hacía
treinta y cinco años que no se recordaba. Ha pasado un marzo tan prolífico en
lluvias que hace incluso más tiempo que no se sabe a ciencia cierta cuándo
sucedió una llegada primaveral tan pluviosa.
Recuerdo aquel
marzo, cuando un ave en el final de la noche me despertó con su bello y sanador
canto. Entonces, una buena amiga y maestra de la vida se debatía en la lucha
por sus últimos días en ésta. Y lo hacía con esa sabiduría que alcanzan
aquellas personas que saben vivir con honradez, coherencia, compromiso y
libertad. Fue una escuela de vida poder escucharla y sentir la paz camino de
ese viaje solo preocupada por quienes quedábamos acá. Cuando aquella noche se
hizo mañana, llegó su espíritu y su escuela con cuerpo y forma de hermosa
carta.
Meses después cuando había ya emprendido el
tránsito hacia su ser reencarnado, en una tarde otoñal de lluvia intensa, un
zorzal libre y sereno en mitad de la intensa tormenta se posó sobre la cornisa
de la azotea. No le importaban ni los truenos ni relámpagos, no le molestaba la
lluvia, cantaba y cantaba para regocijo del alma despierta.
Algo está cambiando. ¿Serán las aves, las lluvias, las flores o los amaneceres o seremos nosotros que estamos aprendiendo a escuchar, a observar la vida de otro modo? Algo está cambiando no sé si para bien o para mal, el tiempo lo dirá. Nosotros estaremos preparados con el alma a flor de piel para vivir intensamente lo que venga. Hermosa tu narración. Apasionante tu pregunta. Simplemente bello.
ResponderEliminarAlberto
Gracias Alberto, por tus argumentos y palabras. Coincido con tu planteamiento. Feliz lunes.
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