Realidades diferentes por tratos distintos
Me comenta el compañero Rúas que le llama la atención el diferente cuidado que se le da a unos espacios públicos y a otros. Hace unos días estuvo visitando junto a su familia los Reales Alcázares y comprobó que el estado de conservación y mantenimiento del conjunto y de sus jardines es magnífico. Los edificios, las salas, los patios, están en buen estado o en una constante tarea de revisión.
Los jardines con sus árboles, arbustos, plantas y fuentes son mantenidos de manera ejemplar por el equipo de profesionales encargados de esas funciones. Nos apunta Rúas que verlos cortar el césped, podar los árboles, regar o cualquier otra tarea resulta sintomático: no solo es que lo hagan muy bien, es que la sensación que transmiten es que lo hacen con gusto, disfrutan con su trabajo.
Todo ello repercute en que cualquier persona cuando visita ese conjunto disfrute tanto del escenario como de esos quehaceres humanos. A Rúas no le extraña que a los patos de sus estanques y a los pavos reales en sus jardines se les vea a gusto.
Y llama más la atención porque en cambio cuando Rúas o tú lector visitáis otros lugares públicos la sensación que se tiene es muy diferente: las aceras, el estado de los árboles, de los alcorques, es deficiente. Sé lectora que nos puedes decir: los Reales Alcázares es un conjunto monumental con una catalogación especial de protección y que forma parte de un conjunto Patrimonio de la Humanidad.
Cierto es, sin embargo, sin discutir esa realidad, el contraste es muy simbólico: Nos habla de la poca atención que se presta a muchos barrios de cualquier ciudad para que la belleza de sus escenarios públicos sea la mejor posible. Nos habla de la diferencia profesional que hay en el desarrollo cotidiano de sus quehaceres entre trabajadores públicos competentes y los que no lo son e incumplen con sus responsabilidades -y, sin embargo, disfrutan de sus derechos-. Nos habla de los reinos de taifas en que se ha convertido la política incluso dentro de los mismos partidos, ya que mientras para emblemas como los Reales Alcázares se les destina la atención merecida, en cambio los mismos partidos en los Distritos -que son los ayuntamientos de los barrios- no realizan sus competencias como hay que hacerlas. Nos habla de lo poco que la mayoría de los vecinos -la ciudadanía- se preocupa por mimar el espacio urbano en el que convive a diario, y lo poco que exige a través de sus representantes que las labores de mantenimiento y de mejora se hagan con excelencia.
Cuando se celebran en el ámbito internacional reuniones sobre el estado del medio ambiente o sobre conservación del patrimonio urbano, además de emitir grandes declaraciones que en demasiadas ocasiones quedan en aguas de borraja, bien harán unos y otros en aplicarse a diario para que todo aquello deje de suceder. Sólo así será posible transformar con sentido crítico constructivo la realidad. Dejen unos de sólo preocuparse por la conservación de lo de siempre. Amplíen perspectivas y espacios de acción. Dejen otros de hacer demagogia sobre utopías que luego almacenan en los cajones de los proyectos no realizados. No hacer lo que hay que hacer es la deshumanización que Ortega denunció hace ya casi un siglo. Es constatar la reflexión que Julián Marías hizo de como la persona con menos recursos en otras épocas, por ejemplo durante el Gótico en el Medievo, fue capaz de hacer realidades para la eternidad.
TIMOS DEMOCRÁTICOS
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